En el verano de 1959 vivía entre las dificilísimas prácticas de los temas menos complicados de Chopin tres veces por semana a la siesta, las gigantescas sagas de Oesterheld plasmadas por Solano López, a veces, otras por Hugo Pratt o Casalla.
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En el verano de 1959 vivía entre las dificilísimas prácticas de los temas menos complicados de Chopin tres veces por semana a la siesta, las gigantescas sagas de Oesterheld plasmadas por Solano López, a veces, otras por Hugo Pratt o Casalla.