Un día gris y frío como este me recordó a otro de cuando nuestra hija Anahí tenía 8 años. Dentro de la pieza donde dibujaba y pintaba yo me había puesto un gorro de lana multicolor -me parece que hecho para la Gloria por su mamá. Salí repentinamente a buscar algo caliente en la cocina. La Anahí chiquita, que hacía sus deberes sobre una mesa de madera donde también comíamos, me miró sorprendida, y le dijo a su madre:
-¡Oh, mirá! ¡Mi papi! ¡Está gorriado!
A la izquierda de la foto, el poeta porteño Hugo Fiorentino. A la derecha, mi hijita Anahí.