Imagen: Brígido Carreras.
Mi abuelo tenía 12 hermanos. "Tata" Pancho (Francisco Carreras), su padre, era Encargado de una gigantesca estancia, La Noria, en el sur de Santiago. Mi abuelo despreciaba a su padre, por haberse entregado al alcohol. Sin embargo, por muchos Francisco era considerado un hombre sabio, muy bonachón, amigable, y un buen patriarca. De aquellos 12 hermanos hijos de Tata Pancho con Delia Santillán, la mayoría terminó yéndose a Buenos Aires. Una de las dos mujeres se casó con un alemán, los vi por última vez hacia 1967, en un gigantesco rascacielos porteño que administraban. La otra enviudó de un porteño para casarse con otro -burrero, es decir, afecto a las apuestas en el hipódromo-, hacia los `60. También me alojaron alguna vez, en las incursiones a Buenos Aires que empecé a practicar con alguna frecuencia, luego de que me fugara de mi casa paterna en 1963. Algunos de los demás o sus descendientes son personajes prestigiosos en la provincia de Buenos Aires.
Documento original. Biblioteca de la John Carter Brown Library, USA.
Se hablaba de la hermosura física de Manuel, uno de los hermanos mayores de mi abuelo. Tez morena -como casi todos en esa tierra de exuberante sol- pelo negro, como los bigotes, y hermosos ojos azules, alto, elocuente, era perseguido por las mujeres loretanas. Se casó con una, pero no tuvo hijos ya que se suicidó a los 34 años.
Su muerte fue algo truculenta. Mientras su esposa conversaba con una amiga, afuera de la casa, junto al cerco que la delimitaba, él se pegó un tiro en la sien con un revólver 38 largo. Al parecer el tiro le apartó la mano, haciendo que la bala rozara su frente dejándole un rasguño y fuera a incrustarse en la pared. Su esposa y la amiga, que habían venido corriendo al escuchar el estampido, llegaron a tiempo sólo para ver que Manuel se descerrajaba otro tiro -esta vez fatal, pues había introducido el caño del revólver en la boca, para no fallar.
Imagen: José Miguel Carrera
"Carreras" viene de "Carrera", el apellido original. El primero en estar aquí fue un español de Toledo, Bernardo Carrera, quien se desempeñaba como platero en El Cuzco hacia 1736. Por esa época fue que sus hijos se desplazan hacia la zona que hoy es Entre Ríos, en la Argentina, para ingresar desde allí a Santiago del Estero entre 1817 y 1822.
José Miguel Carrera, el caudillo chileno en conflicto con las clases dominantes había vuelto y estaba en Entre Ríos entonces. Y la emigración de mis antepasados ocurre aproximadamente al mismo tiempo que la derrota de Carrera y el abandono de su amigo, Estanislao López. ¿Tienen alguna relación estos dos sucesos? No lo sé. Hombres rudos y de combate, no se sabe mucho de ellos, más allá de un Napoleón Carrera, que se destacó en las batallas de la Independencia, junto al caudillo Juan Felipe Ibarra, hasta la generación de mis abuelos -bisnietos de él. De entre mis abuelos, Brígido -padre de mi papá- era el más peligroso. A los 14 años era capaz de voltear un torito a la carrera, tomándolo de las guampas. Se destacaba por ello, por su masculina hermosura física -moreno de ojos verdes- su metálica voz de mando, su velocidad con el cuchillo. Esto último le valió determinar quién bailaría con quién en cada fiesta, donde llegaba y después de bajarse del caballo se ubicaba en el centro de la pista, elegía a la niña que le agradara más, luego a un joven, y les ordenaba que bailaran para él, a los veintiún años. Félix Cruz fue un guapo muy famoso, de la provincia de Buenos Aires, a quien mi abuelo derrotó. Vestido enteramente de negro, rastra de plata, espuelas relumbrantes, Cruz era muy buen mozo y más alto que mi abuelo. De bigotes negros (mi abuelo los tenía rubios) Cruz impresionaba por su mirada fija y su parsimonia al andar. Fumaba serenamente mientras esperaba el momento en que su rival se echaría sobre él empuñando el facón. Mi abuelo le hizo un tajo en la muñeca derecha, Cruz tomó el pesado facón de plata en el aire con su mano izquierda sólo para recibir como un rayo otro profundo tajo allí, del facón de mi abuelo, que por entonces tenía 22 años. El sureño, cuarentón ya, no tuvo más remedio que retirarse pues ya no podía pelear.
El primer Cine Móvil de Santiago del Estero
Poeta, locutor, guionista de la por entonces única radio en Santiago del Estero (LV11), Julio Carreras fue en primer término gran Educador. Justicieramente, a poco de haber fallecido, una calle de COESA, el barrio de los Educadores, fue denominada con su nombre, por el Consejo Deliberante de la Capital.
En 1958 -durante el gobierno de Arturo Frondizi y Eduardo Miguel- creó la Dirección de Cine y Radio Educacional. Desde donde se efectuaban excursiones hacia los lugares más alejados de nuestra provincia, para proyectar películas. Principalmente Shunko, que había sido filmada íntegramente en Santiago del Estero. Aquel fue el primer cine móvil que existió aquí. Y posiblemente en todo el NOA.
Su hijo del mismo nombre desplegó en un libro, de 250 páginas, la biografía del hombre que introdujo las tecnologías más avanzadas en las Ciencias de la Educación. No sólo se ocupa de ello, sin embargo, sino provee a los lectores un panorama histórico de nuestra provincia, desde las primeras décadas del siglo XX hasta comienzos del XXI. A través del cual desfilan hechos poco difundidos: como el refugiamiento del general Julio A. Roca en 1908, la fundación de Garza o el drama del Cabo Paz.
Post: El 10 de mayo de 1981, en Buenos Aires, estando preso de la dictadura argentina, escribí estos versos dedicados a uno de mis abuelos.
El Jinete Oscuro
A Juan Manuel Carrera (1830-1899)
Ya sé que el recuerdo te ha hecho gigante
Pero cómo no hablar de tus famosos
Ojos negros, o de tu erecta estampa
Cuando te nombra con tanta frecuencia
La médula de mis sueños.
Nadie retiene ya muy claramente
Cómo eras, se guarda tu nombradía
Con el cuchillo, tu ropaje oscuro,
Tu voz, los sonidos de tu guitarra
O el campo que construiste.
Flacos ornamentos para un retrato.
¿Qué pensarías cuando caminabas
Sobre esa tierra llena de fantasmas
En la afiebrada noche del Kacuy?
¿Qué turbulencias sonoras, movían
Los torrentes de tu entraña?
Tu bisabuelo español
Especialista en milagros de Plata,
Tu abuelo, que militó con Ibarra,
O nuestros parientes mendocinos,
Perduración tenaz de los Fusilados...
Tanta historia, tanta vida y misterios
Tantos ecos sucesivos, golpeando
Su letanía en la sangre.
Cómo no hablar, pues, de tus ojos negros
Si son la encrucijada de mis líneas
El nudo desde donde se despliegan
Los tres planos verdaderos de mi tiempo:
El Hoy, el de aquél prófugo de Toledo
Y el de mi Abuelo, tu Nieto,
El que agregó una ese al apellido.
Origen del apellido Carrera
Por Ana María Ried Undurraga
Junio de 2007
La Arqueología Nobiliaria de don Fernando Márquez de la Plata menciona el documento más antiguo relacionado con esta familia que está en la Biblioteca Nacional de Madrid: el manuscrito Gracia Dei que fue escrito durante el reinado de los Reyes Católicos, que dice “Los del Apellido y Linaje de Carrera y Camino son muy emparentados y vienen de un mismo tronco, porque proceden de dos hermanos, naturales de las montañas y valle de Trasmiera, que llaman de Aco.
En tiempo del rey don Alonso, que ganó a Cuenca y a su Obispado, y la villa, estos hermanos sirvieron al rey, y mucho, en estas guerras; ganaron mucha honra y loor y así llevaron su apellido de esta manera:
“Teniendo el dicho rey don Alonso cercado uno de los dichos Castillos, estos hermanos se señalaron grandemente en la toma de él, porque ambos hermanos, antes de amanecer, a caballo, siguiendo el uno al otro, tomaron el camino donde estaba la gente que lo defendía.
El hermano que iba adelante fue muerto por un centinela, y el otro, que lo seguía apuró con furia su caballo, de manera que los que le seguían en su carrera, mataron a los guardias, entraron al castillo y colocaron la bandera del rey en la torre de homenaje.
Al saber el rey la hazaña de estos hidalgos, los mandó llamar, y al ver que había uno solo, preguntó por el otro hermano, y le contestaron que el otro había muerto en la carrera. Dijo el Rey: sea su nuevo apellido Carrera, y haya por armas un escudo partido, con un castillo con tres torres, y en la parte del homenaje salga un brazo, armado que tenga en la mano un pendón colorado, y encima de cada torre una estrella azul, en señal de que se hizo esta hazaña antes del amanecer, y póngase una banda negra que los atraviese, en señal de haber muerto el otro hermano en la carrera”.
Estas armas constan en la certificación de blasones dada por Juan de Mendoza, cronista y Rey de Armas de Felipe IV, el 8 de enero de 1632, a favor de Domingo de la Carrera, dueño, en aquella época de la casa de Amezqueta, del país vasco.